De cómo el decir “no” a un cliente se convierte en una prueba de profesionalidad
Tenemos en la mente, y de forma obstinada, que al ser el cliente el que paga esto le hace dueño de poder exigir como quiere que se hagan las cosas. Cuando se presenta ante nosotros, nos muestra su necesidad y qué es lo que está buscando; pero debemos entender que el cliente nos está buscando por algo. No siempre sabe cual es la mejor solución a su necesidad. Es por esto, que somos nosotros como profesionales, quienes tenemos que guiarlo, aconsejarle y cambiar de camino si pensamos que está yendo por el equivocado y no seguirle la corriente sin plantear nuestra reflexión y enfoque profesional en cuanto a sus ideas.