Los datos son un activo empresarial fundamental. Los activos físicos, como los equipos, las propiedades o el inventario, suelen determinar el valor de una empresa. Hoy en día y desde que entramos en la era de la información, la mayoría de las empresas han comprendido que sus datos son activos esenciales.
Cuando las empresas disponen de datos oportunos y fiables, no tienen dificultades para entrar en nuevos mercados, captar y conservar clientes importantes, eliminar los costosos retrasos y errores operativos, agilizar la entrega de productos y tomar decisiones más inteligentes. En resumen, se sitúan por delante de la competencia.
Sin embargo, para alcanzar tales beneficios, las empresas deben estar bien organizadas con el fin de garantizar que la gestión y el uso de sus datos son los más apropiados para su negocio. Esto puede suponer un esfuerzo, si no demoledor, sí desalentador. Tengamos en cuenta que el departamento de IT puede tardar semanas en proporcionar al negocio un simple extracto de datos del sistema. Puede llevar meses o años conseguir que sólo dos aplicaciones como, por ejemplo, el sistema de gestión de pedidos y el de facturación, compartan datos de forma eficaz. Asimismo, la empresa puede pasar semanas limpiando un conjunto de datos; todo para que después éste vuelva a corromperse al incorporar datos nuevos al sistema.
Para superar estos retos, es preciso invertir en el personal, los procesos y la tecnología necesarios para saber dónde se encuentran los datos, comprenderlos, limpiarlos y mantenerlos limpios, además de aplicarlos en el lugar, el momento y la forma requeridos. Las empresas que ya lo han hecho son capaces de aprovechar sus activos de datos para que funcionen de forma más rápida e inteligente, superando así a la competencia. Están basadas en datos.
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