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Una de las grandes lecciones aprendidas en los últimos años en el ecosistema pyme es que hay que explotar la inteligencia y las habilidades humanas. Y despojarlas de todo lo que se pueda digitalizar. En términos generales, lo digital permite conciliar los imperativos de rentabilidad, exigencia de resultados, bienestar en el trabajo y fidelización de empleados.
Por tanto, ya no se discute sobre el valor de la digitalización. Esta se entiende ahora, como una obligación. Primero porque facilita el acceso a soluciones operativas concretas. Y, segundo, porque el creciente aumento de la ciberdelincuencia hace que la nube se vea como una palanca de protección contra esta amenaza. Lo digital -dice Pablo Couso, director comercial de Datisa- es una garantía de continuidad de los procesos.
Pablo Couso, asegura también que “sobre el terreno, nuestra sensación es que las pymes españolas han ganado entre 2 y 3 años en sus proyectos de digitalización. Ahora vemos que las que consiguieron amortiguar el impacto inicial de la crisis, gracias a su nivel de digitalización previo, están invirtiendo en la consolidación de nuevas iniciativas digitales”.
Por otro lado, la falta de herramientas de previsión financiera ha sido, generalmente, una constante en el entorno pyme. La pandemia y la actual crisis económica han puesto la planificación y la capacidad de reacción en el centro de las prioridades. En este sentido, las pymes multiplican sus iniciativas para fortalecer la proximidad con el cliente y con sus socios. Y, el nuevo enfoque tecnológico pone al servicio y al soporte en el centro.
En todo caso, la Nube está siendo la gran responsable de la aceleración digital en las pymes. Y la base de las diferentes transformaciones que se realizan en su entorno de gestión. Transformaciones que serán globales y que se apoyarán en herramientas digitales, aseguran los expertos de la firma española de ERP para pymes.
En definitiva, lo que parece claro es que las pequeñas y medianas empresas siguen y seguirán acelerando su digitalización. No hay nada más eficiente que una aplicación, y nada más inteligente que las personas. Por eso, se irán eliminando las operaciones manuales en beneficio de los procesos inteligentes que aporten valor añadido. Es decir, previsiblemente, se explotarán la inteligencia y las habilidades humanas, y se digitalizará el máximo de funciones posible. En los entornos financieros y las áreas comerciales, esto es ya una realidad.