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Las decisiones basadas en datos implican construir una lectura crítica de escenarios. Analizar los indicadores de negocio. Visualizar y emplear los datos del mercado. Y tener presentes todas las variables que, directa o indirectamente, pueden impactar en los resultados.
Un sistema BI busca datos de diferentes fuentes. Identifica la información que hay que analizar. La procesa y genera respuestas a aspectos concretos. Por ejemplo: si la organización necesita entender y predecir el comportamiento de las ventas en una región determinada; o saber por qué hay una caída imprevista de las ventas en ciertos períodos de tiempo. Al analizar patrones, las soluciones BI ayudan a responder a estas preguntas.
ERP como fuente de datos
Parte de los datos que utiliza provienen de la operativa del día a día del negocio. Datos que se reciben a través de los registros internos, almacenados en un ERP o sistemas similares. Otra parte proviene de los movimientos del mercado: noticias, estudios, informes, …
A medida que aumenta el volumen de datos, dentro y fuera de las organizaciones, las herramientas digitales mejoran la velocidad, la confidencialidad y la asertividad de estos análisis.
ERP y BI se pueden utilizar por separado o integrados. En los separados, hay que buscar los datos en diferentes fuentes. Mientras que, en los sistemas integrados, es posible encontrar los datos en el mismo entorno digital. Esto es lo que llamamos BI nativo. En estos sistemas, las herramientas de inteligencia de negocio se encargan de transformar los datos en información óptima. Y constituyen un módulo más del ERP.
Pablo Couso, director comercial de Datisa dice que “hablamos de BI Nativo cuando este forma parte de la funcionalidad propia del ERP. La integración es automática. Facilita el análisis desde bases de datos fiables, prácticamente en tiempo real”.
Impactos de BI NO Nativo
Utilizar soluciones de diferentes proveedores puede generar impactos negativos sobre el negocio. Es habitual que diferentes proveedores tengan diferentes estrategias. Modos distintos de plantear la evolución de sus soluciones. Actualizaciones en momentos distintos. O estructuras de prestación de servicio y soporte que no se comunican entre sí.
Esto puede dar lugar a que cuando se actualiza una aplicación, la otra no la acompañe. Se pierda tiempo. Y as respuestas no sean tan efectivas como deberían ser.
Las soluciones de BI son cada vez más sofisticadas. Analizan datos estructurados y no estructurados. Y combinan estrategias de Inteligencia Artificial, Aprendizaje Automático o Analítica de Datos, entre otras. Por eso, con un BI Nativo, estas evoluciones se incorporan automáticamente y de manera simultánea, tanto a la estrategia BI como a la del ERP. De no existir esa integración, podrían incorporarse novedades en un sistema, pero no en el otro. Esa es la asincronía que hay que evitar.
En todo caso, con un BI Nativo, se pueden encontrar en los datos de la empresa, almacenados en el ERP, correlaciones más complejas. Asociaciones que la tecnología puede realizar a partir de solicitudes y algoritmos específicos. Las dos herramientas que operan juntas son más inteligentes. Y contribuyen a que la toma de decisiones sea más sencilla y objetiva.