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Las pymes necesitan acceder, clasificar y analizar el volumen de datos con el que operan en el día a día. Su objetivo es maximizar el valor de la información que aportan estos datos. Y dotar de un conocimiento más profundo del negocio a toda la organización. Un conocimiento, transversal que salga de las áreas específicas del negocio e impulse la colaboración interdepartamental y la toma de decisiones en tiempo real. Las plataformas inteligentes de recursos empresariales -ERP- son una herramienta sobre la que se apoyan las pymes para practicar esa gestión inteligente basada en datos.
Pablo Couso, director comercial de Datisa explica que “cuando una pyme implementa un ERP, además de la automatización de procesos, busca disponer de información sólida. Un acceso rápido y seguro a los datos. Más opciones de intercambio interdepartamental que impulse la colaboración. Y, sobre todo, la generación de una nueva “cultura” corporativa en la que la operativa y la estrategia se base en datos y en el conocimiento que estos proporcionan para la toma de decisiones.”
Según los expertos de la Datisa, el proceso para hacer que los datos sean clave en la toma de decisiones de negocio pasa por:
Automatizar la entrada de datos. Disponer de datos sólidos, actualizados y consolidados es el principio básico de cualquier organización que quiera optimizar su negocio. Ahora bien, la entrada de datos puede hacerse de manera manual o automatizada. Sobra decir que los ERP apuestan por esta segunda fórmula. Y que, así, agilizan los procesos, mejoran la precisión de los datos y eliminan costes asociados a las decisiones erróneas que pudieran tomarse al tener como referencia datos erróneos, duplicados o incompletos.
Explotar los datos. Las bondades del ERP para la toma de decisiones se centran, no solo en la recogida del dato, sino en su devolución bajo diferentes prismas de análisis. La idea es acompañar el crecimiento sostenible o la contracción del negocio con información detallada. Y tomar decisiones de inversión o desinversión conforme a los criterios adecuados. Y, siempre mirando la rentabilidad y el impacto para el negocio de las decisiones que se tomen.
Inteligencia de los datos. Los sistemas BI, o los ERP que incorporan o facilitan la integración con soluciones de Business Intelligence se orientan, tanto a las direcciones de áreas concretas, como a la dirección general. Proporcionan gráficos, tablas que aportan mayor precisión del dato respecto a los gráficos originales, etc. Y todo de una forma amigable, desde cualquier dispositivo y en cualquier momento. Estas soluciones proporcionan información visual, gráfica y profunda de cada área de gestión. Es información que se trata de forma homogénea. Datos que están repartidos por las diferentes direcciones de la empresa -comercial, gerencia, producción, finanzas, …- a los que se puede acceder fácilmente. La clave es acudir a una única fuente de datos. Y proporcionar esos datos desde la óptica que más interesa a cada entorno a la hora de gestionar y decidir.
Un ERP “inteligente” centraliza la información y facilita el acceso -conforme al sistema de permisos establecido por el administrador- a quienes lo necesiten, en el momento en el que lo necesiten. Pero, además, registra y actualiza automáticamente la información en tiempo real. Eso hace que el seguimiento de todas las operaciones y/o transacciones proporcione una visión panorámica sobre las actividades que conforman el negocio. Y aportan una visión clara y detallada sobre el estado de situación de la organización.
“La disponibilidad de informes analíticos, detallados y en tiempo real, ayudan a conformar esa imagen global y/o parcial -según proceda- del negocio. Y eso, sin duda, repercute también positivamente en la toma de decisiones más inteligentes y rápidas”, concluye Couso.