Cuando terminan las fiestas navideñas hacemos recuento de todo lo que hemos comprado, tanto en alimentación como en regalos, y lo más normal es echarnos las manos a la cabeza, ya que seguramente el consumo realizado es superior al que teníamos planificado. Si además tenemos niños probablemente nuestra casa estará repleta de nuevos juguetes, y nuestros hijos normalmente sólo jugarán con una parte de ellos.
¿Nos dejamos llevar en estas fechas por las compras por impulso? ¿Nos vemos obligados a hacer regalos que la gente no necesita? ¿La presión social nos obliga a comprar, comer y regalar desmesuradamente en estas fechas?
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