Cuando las fábricas comenzaron a utilizar la electricidad por primera vez a principios del siglo XX, 100 años después de la aparición de la máquina de vapor, el mercado cambió con rapidez, y los procesos comerciales, las estrategias y el capital invertido que estaban consolidados en ese momento fueron desplazados. La energía que se generaba en el mismo lugar fue reemplazada por máquinas que funcionaban con electricidad y que eran adquiridas a un productor alejado de las propias fábricas. Comenzaron a surgir nuevas profesiones y servicios y, con ellos, una enorme creatividad.
El sector de la informática está experimentando en la actualidad un fenómeno similar con la llegada de la informática en la nube (“cloud computing”), una forma de “energía informática” disponible a través de Internet y proporcionada por una amplia gama de productores (para las infraestructuras) y transformadores (para las aplicaciones).
La informática en la nube combina dos elementos muy poderosos: el consumo, que se basa en la voluntad y la confianza, y la creatividad, que es la esencia misma de las tecnologías de la información.
El consumo, el motor que mueve a la sociedad moderna, ha pasado a ser actualmente el centro de interés principal en el mundo de las tecnologías de la información. Las empresas están muy influenciadas por estas nuevas tendencias, que llevan a los usuarios a consumir servicios móviles de los sitios web de los operadores con suscripciones altamente flexibles, e incluso a alquilar sus teléfonos inteligentes.
Las pequeñas y medianas empresas están muy centradas particularmente en esta tendencia y expresan la voluntad de liberarse de las limitaciones técnicas, financieras y operativas de su infraestructura informática con el fin de utilizarla de la misma forma en que se consume la energía.
Donde la informática en la nube supone una evolución vanguardista es en la forma en la que accedemos a los sistemas de información, que se han convertido en servicios de consumo. Las empresas ya no compran un paquete de software de contabilidad, sino un conjunto de servicios, tales como informes fiscales, trazabilidad de facturas electrónicas o declaraciones de aportación a servicios sociales. Las empresas pueden aumentar el uso de estos servicios con unos pocos clics, a medida que se expanden o abren sucursales en el extranjero, por ejemplo.
Esta tendencia aumentará a medida que la generación nacida con Internet, los teléfonos inteligentes y las redes sociales, comience a introducirse en el mercado laboral. Para estas personas, los recursos informáticos —potencia, almacenamiento, información, aplicaciones, etc.— no residen de forma natural dentro de la empresa, sino en Internet, y el aspecto de “poseer” el hardware o el software dejará de ser un factor importante.
Al igual que en su vida privada, esta nueva generación prefiere consumir servicios y funciones, lo que supone una transformación de los costes fijos en costes variables. Por tanto, el valor añadido de los productos y los servicios debe adaptarse a esta nueva forma de consumir. La propia naturaleza de la informática en la nube permite este tipo de flexibilidad, adaptabilidad y elasticidad de la demanda.
Sin embargo, este apetito por el consumo no puede crecer sin un cierto grado de confianza. Para ello, los proveedores de “energía informática” deben demostrar que las empresas pueden almacenar con total confianza sus datos sensibles y críticos en sus plataformas. Deben ser capaces de garantizar la disponibilidad y la consistencia de los datos, la confidencialidad, la tolerancia a los fallos, la seguridad contra ataques maliciosos y la respuesta rápida.
La informática en la nube ofrece un nuevo nivel de creatividad para los servicios personalizados. En la nube, la “personalización” del sistema de información de una empresa agrupa los paquetes de software estándar, incluidos los productos de gestión, con una multitud de aplicaciones que orbitan alrededor de estos paquetes, y cada aplicación ofrece funciones muy específicas muy fáciles de usar. La combinación de estas aplicaciones genera la personalización, al igual que en un teléfono inteligente, donde cada teléfono es, en esencia, un teléfono personalizado basado en las aplicaciones que se instalan y utilizan.
Esta energía creativa de la informática en la nube sirve para que las empresas aumenten su ventaja competitiva mediante la optimización de la gestión y la mejora de la eficiencia organizativa. Hoy en día, un homo mobilis, ya sea empleado o gerente, tiene el mundo en sus manos gracias a su teléfono inteligente.
Pero este alcance aún no ha llegado a su lugar de trabajo. En el presente, muy pocas empresas ponen a disposición de la mayoría de sus empleados su software de gestión. Con bastante frecuencia las empresas desean evitar que los usuarios con poca formación provoquen daños a los datos, y lo hacen mediante controles de acceso de software que requieren una formación larga y costosa. La gran mayoría de los empleados por lo tanto no puede acceder a los datos de la empresa, lo que a menudo constituye un obstáculo para su capacidad de respuesta, eficacia y creatividad.
La informática en la nube puede permitir la creación —fuera de los sistemas de información centrales operados por la empresa, y en estructuras de datos dedicadas operadas por un proveedor de servicios— de aplicaciones móviles para los empleados, con datos específicos correspondientes a su perfil de trabajo (representante de ventas, técnico de servicio posventa, responsable de almacén, responsable de mantenimiento, etc.).
Un representante de ventas podría entonces recibir los datos relativos a su cartera de clientes sin tener que acceder a la aplicación propia de software de la empresa. Un gerente podría obtener datos acerca de su negocio, agregar estos datos y crear indicadores de rendimiento personalizados.
Se puede predecir para el futuro la creación de portales de “empleado” en forma de aplicaciones móviles, donde los empleados podrán comprobar los días de vacaciones que les quedan o notificar los gastos laborales. En cuanto a los directivos, podrán acceder en cualquier momento a través de cuadros de mando a la información crítica de su negocio mediante su tableta o teléfono inteligente.
El mundo de la informática en la nube posibilita la creación de diferentes niveles de personalización para las aplicaciones en función de cada usuario, quienes podrán gestionar por sí mismos su propio microentorno. En un futuro cercano, seleccionaremos las aplicaciones de gestión, contabilidad y CRM a partir de una colección de aplicaciones asociadas.
La informática en la nube tiene el poder de transformar la empresa gracias a los dos motores del consumo y de la creatividad. Pero para lograrlo, las distintas partes interesadas en la provisión de estas nuevas y creativas soluciones de consumo deberán desarrollar sus respectivas funciones y trabajar para aprovechar las oportunidades que se les presenten. La historia de la “energía informática” acaba de comenzar…
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André Brunetiere, Director de Tecnología de Sage, SMB Market Europe.
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Fuente: Blog Sage
Imagen: V Molina